III
No me olvides
aunque mi boca esté llena de tierra
y haya perdido la voz
con la que pronuncié tu nombre.
IV
Escúcheme, doña Matilde.
No, por favor, no insista más,
no es una opción incinerarlo.
Quiero a mi perrito
enterrado en los olivos
de la finca.
Era uno más de la familia.
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