Frente al pelotón de fusilamiento
nadie recuerda aquella tarde
en la que fueron con sus padres
a conocer el hielo, el sol o los riachuelos.
Son hoy témpanos a punto
de olvidar cualquier palabra,
cerillas que predicen el futuro.
Yacen, en cunetas,
desterradas del recuerdo de los hombres
y arrasadas por el viento de la historia
las estirpes condenadas
a cien años de silencio y soledad,
sin ninguna otra oportunidad
sobre la tierra,
bajo la tierra.
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